Lotería de Navidad, la Ilusión de una bola
¿Se imaginan que una bola del Sorteo de Lotería de Navidad tuviera vida propia?. Bueno eso no sería difícil de imaginar porque en realidad la tienen. Pero se imaginan además que pudiera hablar, que pudiera contarnos sus sensaciones e ilusiones, sus alegrías y tristezas, sus deseos… Y si además esta bola fuera la del Gordo de Navidad las sensaciones serían de lo más intensas. Por un lado va a hacer feliz a un montón de gente y por otro además va a ser portada y primera plana de todos los medios informativos en un día muy especial. Todos tenemos ilusiones, cada uno a su manera, y porque no, cuando llegan estas fechas, Lotería de Navidad, la ilusión de una bola.
Una entre tantas que se convierte en la única
“No quiero pecar de prepotente, pero formo parte de una familia de cien mil hermanas. Visto así dirás y pensaras que no es para tanto, pero si te digo que puedo hacer feliz a mil ochocientas familias dotándolas de 400.000 €, o a ciento ochenta familias con 4.000.000 € a cada una, entonces sí que pensaras que soy una prepotente. Incluso podría ir más lejos porque podría dar a una sola familia 720 millones de euros, pero eso no va a pasar porque el espíritu del Sorteo de Navidad no es ese. Por algo el Sorteo de Navidad es el Sorteo que nos une y el Gordo de Navidad es el premio mas repartido. Pero no, no soy prepotente, nada más lejos de la realidad, soy una de cien mil hermanas qué con ilusión salimos al escenario una vez al año para conceder tantos deseos a tanta gente.
Esta es mi historia
Ahora que nos hemos metido en el tema os pasaré a contar mi historia. Mis padres son la tercera generación que se dedica a la fabricación tanto de mí como de mis noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve hermanas. Todas nosotras tenemos un tamaño de 18,8 mm y nuestro peso es de 3 gramos. A todas nos fabrican con madera de boj, que se obtiene de un árbol que vive en la zona norte del país. Todas nosotras somos de color amarillento y muy fuertes como el árbol.
Cómo dato curioso os diré, que todos los años nacen en torno a cuatrocientas nuevas hermanas, que sustituyen a otras hermanas que por desgracia han sufrido algún deterioro. Todas tenemos que estar en perfectas condiciones para el gran día.
Llevamos grabado nuestro nombre, que en realidad es un número y ninguna se llama igual que otra porque los números van desde el cero al noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve. Todos los nombres son igual de bonitos pero hay quien no piensa lo mismo y algunas veces algunas de mis hermanas se sienten un poco discriminadas. Pero ese día, el 22 de diciembre todo puede cambiar y te puedes convertir en la más guapa del mundo.
22 de diciembre, Lotería de Navidad, la Ilusión de una bola
Ese día todas nosotras acabamos en un gran bombo y nos van sacando de él lentamente poco a poco de una en una y todas nos peleamos por salir antes que las demás, a veces nos peleamos tanto que acabamos saliendo dos a la vez y hay que ponerse de acuerdo a ver cuál fue la primera en salir.
Os contaré ahora el porqué de esta pelea y es que todas nosotras nos queremos emparejar con otras compañeras de un bombo más pequeño en el que son muchas menos hermanas, solo 1807. Además todas se llaman igual, “mil euros”, las pedreas, bueno todas no, hay trece que se llaman diferente. Y son además las más importantes y las más deseadas, son los premios mayores. Ocho de ellas se llaman “60 mil”. Dos se llaman “200 mil”. Una se llama “500 mil” y otra “1,250 millones”. De entre ellas hay una que destaca sobre el resto, se llama “4 millones” y es con la que todas nos queremos emparejar pero solo una lo consigue.
Ese día yo estaba especialmente ilusionada, tenía el presentimiento desde bien temprano que iba a ser un gran día y que acabaría emparejada con alguno de los premios importantes. Lo que no podía ni imaginar es que iba a ser con la que llaman “El Gordo”. Ese día mi nombre, es decir mi número, iba a ser la portada de todos los medios de comunicación y yo todavía no lo sabía.
A salido El Gordo de Navidad
Como he dicho ese día yo tenía una sensación extraña pero muy agradable. A la hora señalada los dos bombos se pusieron a girar y empezaron a ir saliendo las bolas una a una de cada bombo. Unos niños muy simpáticos cantaban nuestros nombres y a continuación los premios, de esta forma fueron haciéndose las parejas. Todas las bolas de “números” que consiguen salir del bombo ese día y emparejarse ya se pueden sentir afortunadas.
Ya habían transcurrido como dos horas de sorteo y algunas de mis hermanas ya se habían emparejado con algunos de los premios mayores. Los bombos giran cada cierto tiempo y en esta ocasión yo me di cuenta de que me hallaba muy cerca de la abertura del bombo. Sabía que esta era mi oportunidad. Como pude me abrí paso hasta conseguir quedarme justo en la puerta del bombo. Mis deseos e ilusiones se hicieron realidad, caí justo cuando la palanca abrió la puerta. Me deslicé por la trompeta hasta la copa y una niña me recogió. Yo estaba toda nerviosa, había llegado mi momento. La niña dijo mi nombre con una entonación muy graciosa, y cuando yo esperaba oír que mi pareja se llamaría “mil euros” el niño que la portaba tapó los alambres y con una gran sonrisa cantó aquello de “cuatro millones de euros!!”.
Todo el mundo pareció volverse loco de repente. El público que había ido a ver el sorteo no paraba de aplaudir. Los niños que nos llevaban en sus manos tanto a mi como a mi pareja llamada “4 millones” cantaron mi nombre seguido del nombre de mi pareja varias veces con ese soniquete tan simpático. Lo hicieron delante de una mesa donde había gente que apuntaba cosas. Cuando lo hicieron delante del público fue de lo más emocionante.
La ilusión de una bola y tanta gente feliz con el Sorteo de Navidad
Después de toda la algarabía a mi pareja y a mí nos colocaron en los alambres correspondiente. Éramos las estrellas del sorteo. Y ese día también éramos portada en todos los informativos. Según supimos después a unos doscientos cincuenta kilómetros del Teatro Real, que era donde estábamos, la fiesta ese día era descomunal y no paraban de descorcharse botellas de sidra y de cava. Habíamos hecho feliz a un montón muy grande de gente, estábamos tan contentas…
Pues sí, esta es mi historia desde el nacimiento, hasta el día en el que me emparejo con el gordo y hago a tanta gente feliz. Quién sabe si el próximo año el azar volverá a portarse tan bien. Yo siempre tendré la misma ilusión, así que si así no fuera seguiré para adelante, año tras año con la misma ilusión intacta.
Como bien se dice, la ilusión es lo último que se pierde y a mí, de eso me sobra. Lotería de Navidad, la ilusión de una bola…
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